
Lleva desde 2003 entre nosotros sirviendo especialidades de las cocinas creole y cajún, que mezcla influencias de la cocina francesa, caribeña, española, africana y norteamericana. Y también un poquito de la italiana, para que no falte de nada. Esto es un mix y no los que hacían en los casetes del “Bolero Mix”. Pero vayamos a lo concreto, a lo tangible: ¿qué platos vienen en esa carta criolla, cajuna y sugerente de Nueva Orleans?

Pues los clásicos tomates verdes fritos con salsa remoulade (hecha con mayonesa y mostaza blanca), alitas de pollo al bourbon, bonito ennegrecido, paté de la casa con cebolla caramelizada, etc.

Mi novia y yo pedimos una “jambalaya”, que es una torrecita de arroz con pollo, andouille y langostinos (el andouille es un embutido elaborado con carne de cerdo ahumada y especiada con ajo, cebolla y vino), muy rico; una sopa cuyo nombre no recuerdo pero que llevaba arroz, tenía un sabor fuerte y estaba riquísima. Además, la pudimos compartir los dos (es decir, pedimos una única sopa y por recomendación del camarero la dividimos para los dos); y una especie de plato combinado con ensalada coleslaw y una carne similar a la ropa vieja cubana, deliciosa.

Los postres tienen buenísima pinta: tarta de zanahoria, de mantequilla de cacahuete, de nuez pacana, de queso… brownie de frambuesa, banana cream pie… pero andábamos un poco justos de pasta y no quisimos ir más allá. La decoración del sitio está muy bien y nos trataron estupendamente así que habrá que repetir.
En DolceCity Madrid: Gumbo