
1) Es la evolución de las franquicias de siempre: Alguien debió de pensar: “¿Y si, simplemente, aumentamos la calidad?”. Y eso han hecho: planchas para los cocineros –se les puede ver cocinando la hamburguesa-, mejor calidad de la carne, salsas interesantes; y un servicio notablemente mejorado: no tienes que esperar en la cola, haces tu pedido, te sientas con tu bebida a esperar y cuando suena el pivotito (ver foto debajo de este párrafo) vas a recoger lo que has pedido. Hamburguesas, el siglo XXI; Siglo XXI, las hamburguesas.

2) Hamburguesas ricas de verdad: El panecillo es genial e inesperado (lo pongo por debajo del de Buns –aún hoy el más rico que he probado- pero por encima del de cualquier otro burger joint de la ciudad), la carne está buena (despojada de salsas y extras, TIENE SABOR; y no tiene el clásico formato zapatilla de otros locales); y las variedades son potentes y diversas: la de cerdo deshilachado con cebolla caramelizada (ellos lo llaman aritos, pero es cebolla caramelizada) es para pedírsela a pares, por ejemplo.

3) Un sitio como para quedar con la familia: En la decoración del local deben haberse dejado una pasta. Y se nota cada céntimo. Sus macetas en plan jardín vertical, sus paredes de madera, sus mesas y sillas de diseño, sus bombillas en el techo, el inmenso tragaluz que da aires de terraza a lo que es un interior, la doble estancia del comedor formando dos espacios distintos, el espacio entre los comensales, las bicis colgantes añadiendo ese toque moderno imprescindible… Todo está niquelado. La música suena lo justo para poder oírla si quieres o hablar con tu acompañante sin tener que recurrir al grito (el lenguaje del español, por otra parte).
4) Ofertas cucas: Tienen la firme voluntad de mantener su alucinante oferta de dos burgers por el precio de una todos los viernes; pero además las ofertas van rotando por otros productos (perritos calientes, bebidas, yogur helado) otros días y a otros precios. Si le hacéis un marcaje de cerca, no os perderéis ninguna. Promociones aparte, el precio de sus hamburguesas, perritos, bebidas y ensaladas es extraordinariamente competente. Además no te imponen ningún menú, tú eliges lo que quieres. Sencillo y efectivo.

5) Va a ir mejorando: No todo el monte es orégano y conviene que TGB mejore varias cosas; su buena predisposición inicial me hace creer que no se van a relajar, así que espero un salto notable en la calidad de las patatas (las salsas aunque guarras son pasables, pero la patata sabe demasiado a ese océano de la que proviene, la gran freidora kajuna y el gran congelador mariano) o la organización del mostrador (la gente que anda paseando por La Vaguada y quiere pedirse solo un yogur-helado… ¿debe hacer cola con todos los demás, se espera en la ventanita de los yogures?).
En definitiva, The Good Burger es un pequeño paso para la restauración en Madrid, pero un gran paso para el restaurante de hamburguesas. Es lo de siempre, pero mejor. Todo más limpio, atento, eficaz, rápido, rico, mejor. Si queréis hamburguesas con personalidad y ganadoras del Oscar, tenéis muchas opciones en Madrid. Si queréis una burger rápida pero de calidad, no creo que haya muchos sitios mejores que este.
En DolceCity Madrid: The Good Burger en La Vaguada