
Hamburguesas como pirámides, ensaladas como piscinas municipales (por la cantidad, no por la corrupción), postres que llenarían un hotel de Las Vegas. Las cantidades de comida del HTC son DESCOMUNALES, una verdadera burrada. Para comer aquí, hay que ir con hambre. Yo fui con hambre. Y HRC casi me derrota.

De entrantes, unos rollitos a medio camino entre los chinos de primavera y los burritos mejicanos, con una salsa deliciosa para mojar. Luego una hamburguesa vegetariana, con un pimiento y un champiñón del tamaño de Texas. El sabor de la burger, riquísimo. Aunque para veggie burgers ricas, recuerdo con especial cariño la de La Isla del Tesoro en Malasaña. Las patatas fritas, correctas, sin más.

Como iba con mi novia, probé su sándwich en pan de chapata o similar de pollo ahumado con una salsa deliciosa. Esta gente conoce sus salsas. El postre fue el mayor triunfo del Hard Rock, porque eso fue rock duro de verdad. Una tarta de manzana con helado y siropes angelicales. UNA DE LAS TARTAS MÁS RICAS QUE HE PROBADO no solo en Madrid, sino en mi vida. Y que conste que yo soy más de la Carrot Cake que de la tarta de manzana, pero esta está tremenda. Os la recomiendo from the deepest of my heart.

No pidáis nunca la copa de Sundae, la ponen más pequeña a posta para que el helado chorree por los lados, ¡se cae el postre, se despeña el sueño americano por los resbaladizos vidrios! Quise impugnar mi helado. Quise beberlo de un trago. Pero como dijo Ross Geller, los helados están demasiados fríos.
¿El sitio? Pues muy majo, mucha memorabilia de estrellas de la canción, vídeos musicales non-stop en sus pantallas planas con mucho guiño a los 80 y 90, la cosa que se llena a la hora de la comida y un camarero majísimo y portugués que se marchaba al HRC de Edimburgo porque le había salido curro allí a su novia. Un tipo listo.
En DolceCity Madrid: Hard Rock Café