
Los Cines Callao, cuyo edificio fue la primera obra del arquitecto Luis Gutiérrez Soto, se inauguraron el 11 de diciembre de 1926. Tal día se estrenó en ellos “Luis Candelas, el bandido de Madrid” (biopic del famoso bandido nacido en Lavapiés –algo ligerito para empezar, nada de una de Sandra Bullock…-). El 13 de junio de 1929 fue el turno de “El cantante de jazz”, primera película sonora y hablada estrenada en España.

Mucho ha llovido desde entonces: cientos de estrenos, algunas obras de remodelación, la reposición de clásicos conmemorando los 100 años de la Gran Vía… hasta llegar a las pantallas gigantes. Callao City Lights nació como una propuesta maravillosa: ¡Vistamos de gala la Plaza de Callao para cuando vengan los muchachos de Hollywood! ¿Que Tom Hanks se coma un bocata de calamares en El Brillante cuando venga a presentar su peli a Madrid? A favor. ¿Que Tom Hanks pueda caminar por una alfombra roja mientras los fans, con un espacio especialmente habilitado para ellos, le pidan un autógrafo? También a favor.

Recuerdo alguna premiere de cine en Madrid hace años en la que los fans inundaban la Gran Vía a la altura del difunto Palacio de la Música (difunto como cine), las vallas a duras penas podían habilitar un pasillo para los actores y equipo de la película… no, hombre, no. Esto había que hacerlo mejor. Y más seguro. Bueno, pues ya lo hemos hecho. Y muy bien: tres pantallas LED gigantes estratégicamente colocadas en la plaza (una al frente de los Cines Callao; otra, en el lomo, mirando a la tienda de Benetton; la última, en el frontal de los cines Palacio de la Prensa) que crean un rollito visual único para las noches de bombo y platillo.

Además, creo que los responsables de Callao City Lights han encontrado un equilibrio ideal. Los pantallones son grandecitos, sí; pero no nos han convertido Callao en Picadilly Circus o Times Square. ¡Se sigue viendo el letrero de Schweppes! ¡Y ahí está el puesto de “bebidas frías”!

Las pantallas LED no se limitan a proyectar anuncios y tráilers de películas, también proponen interactuar con ellas: existen aplicaciones para descargar música o vídeo; enviar mensajes que aparecerán en las pantallas, seguir en vivo los eventos que se desarrollen dentro del cine, enviar fotos con dedicatorias, etc.

Alzo mi cubo de palomitas al viento y “brindo” por los 86 años del cine, su modernización, su "engalanamiento" y su larga tradición. Y si ya me hicieran el favor de recuperar aquellos carteles pintados a mano… sólo una vez…
En DolceCity Madrid: Cines Callao