
La fascinación por el mundo animal es más que remota, tenemos conocimiento de espacios como el zoo en remotas poblaciones de Asia y en el antiguo Egipto, más tarde en colecciones particulares pertenecientes a reyes y sultanes. Los animales más exóticos sirven como presente entre personalidades desde hace siglos.
En el caso de nuestro país, fue Carlos III quien puso la primera piedra de nuestro Zoo. El monarca, uno de los mejores alcaldes que la ciudad ha conocido, creo en 1770 la antigua casa de fieras.

Aledaña a lo que ahora es el Jardín Botánico, fue la primera oportunidad que tuvieron los madrileños de observar en vivo y en directo a las criaturas vivas del nuevo mundo, animales que hasta ahora sólo habían visto en grabados y representaciones pictóricas.
Cuando finaliza la guerra de La Independencia, Fernando VII traslada a los animales al Parque del Retiro, donde los pudieron observar los madrileños hasta principios de los setenta. Aún hoy se conservan en el parque algunas de las jaulas que se construyeron entonces, no he jugado yo ni nada por allí, donde estaba el oso pardo o alrededor del famoso foso de los monos.

Dicen que daba una pena terrible verles allí enclaustrados, quizá tanto como ahora o tal vez menos, pero lo cierto es que antes y ahora, por mucho que sepamos de la importancia de la libertad, nos puede la curiosidad
Una ciudad como Madrid no podía permitirse no tener un zoológico en condiciones entre sus ofertas de ocio y en 1972 el entonces alcalde de la capital Carlos Arias Navarro encarga al Ingeniero de Montes Antonio Lleó de La Viña, la construcción del zoológico en el enclave que hoy ocupa.
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Con una extensión de 20 hectáreas, el Zoo de Madrid ha ido creciendo año tras año añadiendo exhibiciones como el conocido delfinario en 1987 o el más reciente Aquarium en 1995.
El recinto cuenta ahora también con un gran quirófano y su laboratorio propio, donde un grupo de entregados profesionales se encargan de velar día a día por el bienestar de las criaturas. La última en llegar ha sido una pareja de osos panda donados por el gobierno chino, dos ejemplares que son para comérselos.
Te invito a descubrir el Zoo de Madrid, un gran lugar para pasear, relajarse y aprender en familia que los animales no son un juguete.
En DolceCity Madrid: Zoo Aquarium de Madrid