Siempre me ha sorprendido lo que se suele decir de los habitantes de las grandes ciudades: la mitad de los parisinos nunca han ido a la Torre Eiffel, los neoyorquinos no conocen la Estatua de la Libertad o los madrileños sólo van al Prado con las excusiones del colegio. Creo que estas afirmaciones tienen mucho de cierto.
¿Cuántos de vosotros habéis ido alguna vez al Jardín Botánico? Peor aún, ¿sabéis dónde está? Es verdad. Muchos madrileños nunca han visitado el Jardín Botánico.

Y yo me incluyo dentro de este triste y vergonzoso grupo. Lo reconozco: hasta el fin de semana pasado no había pisado el Jardín Botánico en toda mi vida. Y eso que me lo habían recomendado varias veces. Me sorprendió gratamente. No soy muy de campo y esperaba hacer una visita rápida. Sin embargo estuve dentro dos horas.
Con una mapita que te dan a la entrada puedes ir recorriendo los caminos y senderos del jardín, que está dividido por terrazas: la de los cuadros, la de las escuelas botánicas, la de plantas medicinales...
Tiene plantas de lugares remotos como Madagascar o Japón, plantas que probablemente no veas en toda tu vida. Me gustaron los cartelitos explicativos de cada una de las plantas, para mí supuso un breve repaso a todo lo que estudié -y olvidé- en el colegio.
Lo que más me gustó fue
el invernadero. Está dividido en varias estancias y cada una alberga plantas de climas distintos: tropical, templado y desértico. Es como ir recorriendo los 5 continentes.
Es un plan perfecto para hacer un domingo. Es barato (2€), puedes estar dentro todo el tiempo que quieras y con un libro o una revista puedes pasar la tarde debajo de un árbol. Y en pleno centro. ¿Qué más se le puede pedir a esta ruidosa y caótica ciudad?
En DolceCity Madrid: Real Jardín Botánico