Celebramos que Barcelona ha sido elegido como el 11º mejor destino de viajes en el mundo, el 6º en Europa y el 1º en España con una selección personal de monumentos, restaurantes, barrios y cafés que no te puedes perder. Los museos los dejaríamos para el segundo día...
1. Casa Batlló, La Pedrera y el Paseo de Gracia
No se puede obviar: los icónicos edificios modernistas son lo primero que querría ver en una primera visita a Barcelona. Recorrer el Paseo de Gracia es un placer para los sentidos pues no solo alberga La Pedrera y la Casa Batlló de Gaudí, sino otras obras igual de interesantes como la Casa Amatller y la Casa Lleó Morera que también se pueden visitar. Imprescindible.
2. Desayunar en una granja típica como Viader y pasear por el Barrio Gótico
Para seguir conociendo Barcelona, seguiría hasta el Gótico para perderme por sus calles y callejuelas de aire pintoresco. Recomiendo detenerse a tomar un buen café, un chocolate a la taza (o un Cacaolat) en la mítica Granja Viader -es pecado no probar su nata artesana, mmmm!-, aunque cualquier otra cafetería emblemática podría servir. Lo añejo también forma parte de Barcelona.
3. Subir al Park Güell y disfrutar de las vistas en el Turó de la Rovira
Es una excursión pero hay que hacerlo porque no hay otro parque igual al Park Güell, otra obra obligatoria de Antoni Gaudí. Lo bueno es aprovechar y acercarse hasta el Turó de la Rovira desde donde se puede disfrutar de una excelente panorámica de la ciudad. Para identificar los monumentos que ya has visto… Y los que tienes pendientes.
4. Visitar la Sagrada Família
Situado en el número 1 de cosas que hacer en Barcelona en la comunidad de viajeros más famosa, la inacabada obra de Antoni Gaudí también es de obligada visita. Puede echar para atrás las colas y el gentío pero es un monumento único, lleno de magia y misticismo que deja un poso en todo aquel que lo visita.
5. Acercarse hasta la playa y pasear por el Paseo Marítimo
Tras lo cultural, bajaría hasta el frente marítimo para disfrutar de la brisa marina y el sol mediterráneo, pues es un auténtico lujo poderlo disfrutar en plena ciudad. Si consigues sitio en una terracita, es obligatorio tomarse una caña o directamente una mediana –la cerveza en botella de cristal en el argot catalán- si uno no quiere arriesgarse a topar con una caña mal tirada.
6. Disfrutar al mediodía de una buena cocina marinera en el Restaurante Marítim
Y otro plan obligado es probar la cocina marinera de Barcelona, pero con cuidado de ir a parar a algún restaurante con garantías. Por ejemplo, el renovado restaurante Marítim, cuya terraza privilegiada es otro must cuando llega el buen tiempo. Producto del mar fresquísimo y buen servicio para una experiencia redonda.
7. Hacer una siesta en el Parque de la Ciutadella
Y tras comer, toca siesta. El Parque de la Ciutadella no está muy lejos y es un buen sitio para pasear y estar un rato de relax, dedicándose al dolce far niente. Eso sí, si decides hacer tu siesta, mucho ojo con tus pertenencias, que en Barcelona abundan los robos por despiste. Y no sería este el mejor recuerdo que guardar.
8. Acercarse hasta el Raval y hacer un alto en el camino en el Negroni
Una vez desperezados, pasearía por el Born para visitar algunas tiendas como Le Swing y llegaría hasta el Raval, donde seguiría mi ruta vintage por tiendas como Holalà! Además de otras de autor como Les Topettes. Tras el paseo, se impone un descanso con un delicioso donut del Lukumas en mano o bien una copa en la mejor coctelería de Barcelona: El Negroni, donde codearse con clientela autóctona, lo que siempre suma puntos a la experiencia viajera.
9. Cenar en La Monroe y descubrir otra cara de Barcelona
Para cenar me acercaría hasta La Monroe, un local donde disfrutar de tapas muy ricas bien de precio y en un ambiente peculiar, con un mix de gente muy interesante. Público alternativo local que se mezcla con vecinos del barrio y algún turista permite saborear la autenticidad de la Barcelona canalla, que también merece la pena descubrir.
10. Disfrutar de una copa en el Cassete Bar
La jornada finalizaría todavía en el Raval más profundo con parada en el Cassette Bar, donde tomar su gin&tonic con jengibre, espectacular. Es cierto que la ruta para llegar hasta aquí es para valientes pero la recompensa lo vale: buenas copas, mejor música de corte indie y clientela muy propia, que es parte de su encanto.
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