Martes, 28 Agosto 2007

El Bosc de les Fades, una copa en el bosque encantado

por Verónica Rodríguez
¡Menudo susto que me pegué! Y es que una ya no está para estos trotes… Quería mostrarles a mis amigas italianas, que están de visita, toda orgullosa, un rincón entrañable de Barcelona, muy concurrido por parejitas que no han pasado del primer beso y por esa clase de personas de mejillas sonrosadas por el sol, llamadas turistas. Nos adentramos por el callejón que nos conduce al Museo de Cera y... ¡Zas! ¿Quién ha sido el gracioso que ha colocado ese monje en el tejado?

Superado el primer impacto, prosigo con mi discurso, cual guía turística dicharachera, mientras entramos en El Bosc de les Fades. Es tan… tan mágico. Su estancia principal, que emula un bosque encantado con su lago y todo, me recuerda a esos árboles de El Senyor de los Anillos. El ambiente que se respira en este bar es de Museo, de hecho la estancia anexa al bosque contiene una habitación de época, con sus pequeños sustos incluidos, como si fuera la habitación de la niña del Exorcista en el Túnel del Terror.

No me preguntéis sobre la calidad del servicio o el acierto de los cócteles: soy una trepa más que entra al Bosc de les Fades a mirar sin consumir. Quizás vaya siendo hora de pagar por la visita, ya sea con una Coca-Cola o, que menos, un botellín de agua, que la experiencia vale la pena.

En DolceCity Barcelona: El Bosc de les Fades